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lunes, 5 de noviembre de 2007

LAS AMAZONAS



Las amazonas ( del griego Ἀμαζόνες) eran un pueblo de mujeres guerreras pertenecientes a la mitología griega y romana.
Se decía que vivían en algún lugar de Asia Menor, y parece que las inspiradoras de este pueblo legendario fueron las mujeres escitas (hipótesis apoyada por el hallazgo de enterramientos de mujeres guerreras en la región Altai, de Siberia).


Según las leyendas las amazonas fundaron numerosos asentamientos, entre los cuales se contaban Esmirna y Éfeso, en la costa del Egeo; aunque su reino solía ubicarse a orillas del mar Negro, cerca de la actual Trapizonda.

Se creía que en la frontera oeste con Egipto vivía otro pueblo de amazonas libias.

La nación de las amazonas era una sociedad estrictamente femenina, gobernada por una reina (la más famosa de las cuales es Hipólita, "la que deja sueltos sus caballos").
Se decía que ningún varón podía vivir con las amazonas, pero que una vez al año copulaban con los gargarios, una tribu vecina.

Los niños nacidos de esta unión eran devueltos a sus padres, o según otras versiones, sacrificados. Mientras que las niñas eran entrenadas para la guerra.


En la Ilíada se las llama "Antianiras" ("las que luchan como varones"), mientras que Herrédoto las llama "Andróctonas" ("asesinas de varones").

Cabalgaban y manejaban el arco de forma portentosa; de hecho, se decía que llegaban a cortarse el pecho derecho para manejar mejor el arco ( de ahí su nombre, que significa "sin pecho").

Las amazonas veneraban al dios de la guerra, Ares (el Marte romano) y a la diosa virgen cazadora Artemisa (Diana).

Algunas amazonas célebres fueron:
Ainia, Antianira, Antibrote, Cleta, Melanipa, Mirina, Otrera, Helena, Tebe, Talestris....

Antíope (hija de Ares, hermana de Hipólita y Melanipa, raptada por Teseo en el episodio en que éste acompaña a Heracles en busca del conturón de hipólita).

Se dice que Antíope murió durante el asedio a Atenas, en el que su compañera Molpadia la mató de un flechazo cuando iban a ser derrotadas para evitar que violasen o ultrajasen a su reina, Antíope.

Otra amazona conocida es Asteria, la sexta amazona a la que mató Heracles en su lucha contra ellas.

Hipólita, la legendaria reina de las amazonas que según algunas versiones se casó con Teseo (según otras es Antíope).
Fue abandonada por éste para casarse con Fedra, e Hipólita decidió vengarse, pero no tuvo éxito y fue asesinada según algunos por los hombres de Teseo,
al irrumpir en la boda de éste y Fedra, o según otras versiones por Pentesilea, otra amazona.

Pentesilea, reina amazona que acudió a la guerra de Troya en ayuda de los troyanos, llevó consigo a otras doce amazonas: Clonia, Polemusa, Derinoe, Evandra, Antandra, Bremusa, Hipótoa, Harmótoa, Alcibia, Derimaquea, Antíbrota y Termodosa.
Fue vencida en la batalla por Aquiles, quien se enamoró de ella tras darle muerte y sucedida por Antianira.


Algunos han conjeturado que las Amazonas eran originalmente sacerdotisas y sirvientes del templo (hierodulae) de la equivalente asiática de Artemisa, y que la amputación del pecho correspondía con la automutilación del dios Atis y los galos, los sacerdotes romanos de Cibeles.

Pero las amazonas no son patrimonio exclusivo de la mitología griega. En muchas culturas y tradiciones encontramos pueblos de mejeres guerreras similares.


Se dice que Chandragrupta Maurya, emperador de la India, poseía una guardia personal formada por mujeres griegas gigantes.
Dos mil años más tarde encontramos en la historia India, la figura de las guardias reales de Nizams, Deccan e Hyderabad.

A la familia real de Kandy (Sri Lanka) también se le atribuía una guardia de mujeres arqueras.


Germánicas y Celtas son a menudo descritas luchando junto a sus maridos, y según Tácito, la reina guerrera Boudicca, tenía más mujeres que hombres en su ejército.


En la Península Ibérica se habla de un matriarcadio extremo (poliandria) en pueblos de Gallaecia (Galicia) y entre los vacceos.


En la mitología nórdica tenemos a las walkyrias , que llevaban a los guerreros muertos en batalla al Walhalla, y a las que se representaba vestidas con atu
endo guerrero.
En Escandinavia, de hecho, las mujeres sin responsabilidades familiares podían tomar las armas y hacerse guerreras; eran las llamadas "doncellas escudadas" ("Skjaldmö"), de las cuales una de las más famosaas fue hervor, quien toma parte en el ciclo de la espada mágica Tyrfing.


También en la historia de Bohemia se menciona a un grupo de mujeres guerreras despìadadas lideradas por Vlasta, quienes lucharon contra el duque de Bohemia (aunque fueron derrotadas).
El explorador español, Francisco de Orellana, en el S.XVI, afirmó haber luchado contra un pueblo de mujeres guerreras a orillas del río Marañón, el cual desde entonces fue llamado "Amazonas" (aunque también hay quien afirma que el nombre del río proviene del término indio "amassona" ("destructor de barcos"), nombre que se daba al gigante que recorría el rio (Pororoca para los indios).
Las amazonas de Dahomey eran una fuerza militar de 6000 mujeres de Dahomey (Benin), en África Occidental, las cuales estuvieron activas desde el S.XVI hasta finales del XIX, cuando fueron finalmente derrotadas por Francia.
En Libia hay también una importante tradición de mujeres guerreras (ya hemos mencionado al principio del artículo a las amzonas de la fontera oeste de Egipto), y todavía hoy Gadafi es protegido por mujeres soldado. Los igbo y los fulani (tribus africanas) también integraron tradicionalmente a mujeres en sus ejércitos. En el reino de Siam, en el S.XIX, el rey poseía un batallón personal de cuatrocientas mujeres lanceras, quienes eran escogidas entre las más hermosas del país (aunque en este caso se las consideraba demasiado valiosas como para enviarlas a la guerra).

Otros pueblos con tradiciones de mujeres guerreras fueron los árabes, los aborígenes australianos, los bereberes, los chinos, los kurdos, los filipinos, los maoríes, los micronesios, los papuanos, los rajput, los soviéticos, israelíes y vietcongs.

viernes, 12 de octubre de 2007

LAS MUJERES EN LA ANTIGUA GRECIA

Pese a que Atenas, la ciudad-estado más importante de la Grecia Clásica (junto con Esparta), es considerada la precursora de la democracia, las mujeres atenienses carecían de derechos ciudadanos.
Pese a que en la sociedad minoica y en tiempos homéricos las mujeres habían desempeñado un papel importante, en la Grecia clásica carecían de derechos jurídicos y políticos y su funciones primordiales eran el matrimonio y la maternidad.
El único lugar donde poseían autoridad era dentro de su hogar, en el que permanecían confinadas la mayor parte del tiempo, siendo allí la "déspoina" (el ama).
Las mujeres solían gobernar y dirigir su hogar, pero fuera de él (y frente a su marido) su condición era dependiente y subordinada.
Las jóvenes solían casarse en torno a los catorce o quince años, y las de clase acomodada eran preparadas y educadas desde los seis años para ejercer como esposas y amas de casa.
Su contacto con el sexo masculino, hasta el momento del matrimonio, era casi nulo, ya que permanecían recluídas en el gineceo (los aposentos destinados a las mujeres), alejadas incluso de los miembros masculinos de su propia familia.
Eran entrenadas en las labores del hogar por sus madres o abuelas.
Las muchachas atenienses solo cruzaban el umbral de su casa para asistir a los sacrificios y celebraciones de carácter religioso.
Las mujeres pasaban de la tutela de su "kyrios" (su padre, o en su defecto un hermano o familiar bajo el que estuviera su tutela) a la de su marido.
De hecho, ellas no participaban en la elección de su futuro esposo, el cual era elegido por su kyrios, sin necesidad del consentimiento de la muchacha.
La hija "epiclera" (la que era heredada por un hermano de su padre difunto), debía casarse con el pariente masculino más próximo a su padre.
La función esencial del matrimonio en la antigua Grecia era la perpetuación de la sangre familiar, es decir, tener hijos, para que estos cuidasen a su padre en su vejez y lo sepultasen de acuerdo a los ritos.
De hecho el matrimonio tenía en gran medida un carácter religioso en la antigua Grecia.
Los ciudadanos atenienses se casaban ante todo para tener hijos varones, al menos uno que perpetuase su sangre y garantizase para su padre el culto que se debía rendir a los antepasados.

Aunque en Atenas no existía como en Esparta, castigo para los solteros, si que se consideraba el matrimonio como una obligación social y religiosa, y los solteros estban muy mal considerados, aunque aquellos que tenían hermanos mayores ya casados podían eludir el matrimonio con mayor facilidad.

Para los griegos el amor no era algo necesario en el matrimonio. Es más, las relaciones con las mujeres se consideraban algo simplemente necesario para la procreación, ya que el ideal griego de amor era entre dos hombres. Los atenienses veían a su esposa simplemente como a la madre de sus hijos, y a menudo satisfacían sus apetitos carnales con muchachos y cortesanas.
Aún así, a veces surgía el amor en el matrimonio, al igual que no todos los griegos eran "homosexuales".
Sin embargo, la homosexualidad masculina era algo totalmente aceptado, considerado normal e incluso idealizado.
Por supuesto que existía la atracción entre hombres y mujeres y en muchas obras teatrales y poéticas vemos ensalzado el amor conyugal, pero Plutarco en su obra, se siente obligado, antes de hacer apología del matrimonio, a demostrar que las muchachas, al igual que los muchachos, podían despertar el "eros" (amor).
De hecho, el ideal de belleza griego era masculino.

Volviendo al tema del matrimonio, mientras que las mujeres podían casarse en cuanto alcanzaban la pubertad, los hombres no se casaban antes de alcanzar la mayoría de edad (los dieciocho años), y normalmente no lo hacían hasta después de la efebía (el servicio militar), que duraba hasta los veinte. A menudo la diferencia de edad entre los esposos era considerable, y Hesíodo aconsejaba al hombre casarse hacia los treinta con una jovencita de dieciseis.

Se cree que las mujeres griegas ni siquiera asistían a su promesa de matrimonio ("engýesis" ="entrega de una prenda"), la cual era un acuerdo solemne y ritual entre el kyrios de la joven y el futuro esposo, al cual debían asistir algunos testigos.

En la época homérica era el pretendiente el que ofrecía regalos a su futuro suegro, pero la costumbre se invirtió, pasando a ser el kyrios el que entregaba una dote al futuro marido. Era raro que una joven se casase sin dote, excepcional, pues parece ser que ésta distinguía hasta cierto punto el matrimonio del concubinato.
La ceremonia nupcial era llamada "écdosis", necesaria para la consumación del matrimonio ("gamos"), consistía principalmente en el traslado de la novia a casa de su "marido".
El mes en el que más matrimonios se celebraban era "Gamelion" (Enero), "mes del matrimonio", el séptimo mes del año ateniense, el cual estaba dedicado a la diosa Hera (protectora del matrimonio).
Las ceremonias comenzaban la víspera del día en que la novia se trasladaría a su nuevo hogar.
Se ofrecería un sacrificio a las divinidades protectoras del matrimonio (Zeus, Hera, Artemisa y Apolo) y la novia consagraría los juguetes y objetos de su infancia.
Después tendría lugar el rito principal, el baño purificador de la novia, para el cual un séquito iba a buscar agua a una fuente llamada "Calíroe"; el novio, por su parte, también debía tomar un baño ritual.
El día de los esponsales se decoraban las casas de la novia y el futuro esposo con guirnaldas de olivo y laurel y se celebraban un sacrificio y un banquete en casa del padre de la novia, la cual iba cubierta con un velo que posiblemente no se quitaba hasta llegar a casa del esposo. Mientras la novia tiene a su lado a la "ninfeutria", una mujer para asistirla y ayudarla en las ceremonias matrimoniales, el novio tiene al suyo al "parocos", su doncel de honor.
Hombres y mujeres estaban separados durante el banquete, que incluía platos tradicionales como las tortas de sésamo, símbolo de fecundidad.
Al anochecer se formaba la comitiva que conduciría a la novia a su nueva casa.
Un carro tirado por mulos o bueyes conducía a los esposos de una casa a otra, y la novia llevaba un telar y un tamiz, símbolos de su próxima vida doméstica.
Los amigos y familiares seguian al carro, el cual era conducido por un amigo del esposo, a pie, al ritmo del canto del himeneo.
Antiguamente, el traslado era escenificado como un rapto, costumbre que se conservó en Esparta.
A la puerta de su nueva casa esperaban los padres de la novia, él con una corona de mirto en la cabeza y ella con una tea.
Se extendían sobre la novia nueces e higos secos (un rito que también se practicaba cuando llegaba un nuevo esclavo a casa). Se le ofrecía una tarta de sésamo y miel o un membrillo o dátil, símbolos de fecundidad.
Después, la pareja entraba en el tálamo (cámara nupcial), cuya puerta quedaba cerrada y custodiada por uno de los amigos del marido (el thyrorós).
Los demás invitados cantaban ruidosamente y alborotaban para alejar a los malos espíritus.

El día siguiente a la boda era festivo y los padres de la novia llevaban solemnemente, al son del oboe, regalos ala nueva pareja (epaulia), y entonces sería quizá cuando se entregaría la dote prometida.

Un marido tenía derecho a repudiar a su esposa en cualquier momento y sin necesidad de ningún motivo para ello. El adulterio de la esposa, sin embargo, hacía casi obligatorio el repudio, bajo pena de "atimía" para el marido. Pero cuando un marido repudiaba a su mujer debía también dovelcer la dote, lo que en muchos casos seguramente fue un freno para el divorcio.

Cuando era la esposa la que pedía el divorcio, debía ir a ver al araconte, el protector natural de los indefensos (ya que las leyes la colocaban en tal estado) y entregarle un escrito en el que expresase los motivos por los que requería el divorcio.
El araconte era quien valoraba esos motivos, aunque lo más probable es que la infidelidad por parte del esposo no fuera considerada causa del divorcio, ya que las relaciones extramatrimoniales por parte de éste no estaban mal consideradas.


Aún después de casadas, las mujeres permanecían la mayor parte del tiempo en casa (especialmente las de clases sociales altas, ya que las mujeres de familia pobre a veces se veían obligadas a trabajar fuera de casa para contribuír a la economía familiar), donde se hallaban la mayor parte del tiempo recluídas en el gineceo.
Cuando debían salir lo hacían acompañadas por una doncella, una esclava.

Las mujeres ni siquiera debían mostrar interés por lo que ocurría fuera de su casa, pues eso eran asuntos reservados a los hombres. De hecho los esposos no tenían demasiada relación entre ellos. Ni siquiera comían juntos y las mujeres solo se "mezclaban" con los hombres en las celebraciones familiares.
En Atenas había unas fiestas reservadas a las mujeres casadas, las "Tesmoforias".

Los atenienses podían también tener concubinas ("pallaké") sin separarse por ello de su mujer legítima. Según algunos autores en la época de la Guerra del Peloponeso, para evitar la despoblación, todo ateniense fue autorizado a tener dos mujeres, incluso aunque una de ellas fuese extranjera.

Se sabe que ,durante y tras la feroz guerra del Peloponeso, que duró treinta años, muchas mujeres adoptaron costumbres más libres, siguiendo el ejemplo de las espartanas, cuya libertad destacaba en oposición a la de las atenienses.
Ese desorden provocó la creación de una magistratura especial encargada de vigilar el comportamiento de las mujeres.

Los griegos no solían tener muchos hijos (en parte porque satidfacían en gran medida sus necesidades sexuales fuera de casa y en parte porque así había menos bocas que alimentar y no se dividía el patrimonio entre muchos herederos).
Se consideraba legítimo tanto el aborto como el abandono o la venta de los propios hijos, medida a la cual se recurría especialmente en el caso de que el recién nacido fuera niña.
Sin embargo, las mujeres no podían abortar sin el consentimiento de su marido, ni tampoco podía hacerlo una esclava sin el consentimiento de su amo.
De todos modos, los griegos diferenciaban entre el embrión formado y el embrión sin formar, siendo el aborto en el primer caso considerado una muerte.
De igual modo, no se podía matar al niño una vez nacido, pero sí dejarlo morir de hambre o abandonarlo.

Las atenienses daban a luz rodeadas de las mujeres de la casa. La "maia" era cualquier mujer capaz de actuar como "omfalotomos" (cortadora del cordón umbilical), aunque en partos difíciles se recurría a una comadrona o un médico.
Todo nacimiento suponía una impureza, tanto para la madre, como para las personas que vivían en la casa y por ello se pintaba la casa con pez antes del nacimiento, con la intención de alejar los malos espíritus (tampoco podía producirse ningún nacimiento dentro de un santuario).
En cuanto nacía, el bebé se colocaba sobre una rama de olivo si era niño, o sobre una banda de lana si era niña.
Tras el nacimiento, el quinto o sexto día, se celebraban las "Anfidromias", que suponían una purificación para la madre y para todas las personas que habían intervenido en el parto, y a partir de ese momoento el recién nacido era considerado miembro de la familia.
Al décimo día tras el nacimiento, se consideraba que la madre estaba purificada, y podía proseguir con sus ocupaciones habituales.



Las cortesanas ("hetarai"), eran esencialmente esclavas, aunque las propiamente llamadas hetairas eran prostitutas de lujo, cultas e instruídas en diversas artes, y se sabe que alguna de ellas llegaron a casarse con príncipes, convirtiéndose en reinas.
Es famosa la historia de Frainé a quien su amante Hipérides logró absolver en un juicio entablado por impiedad (pues ella se había comparado con la propia Afrodita, habiendo servido de modelo a Praxíteles, del que también fue amante, para varias estatuas de la diosa). Se dice que Hipérides consiguió la absolución mostrando a Frainé desnuda (aunque la veracidad de la anécdota es dudosa).
Friné llegó también a erigir con su fortuna su propia estatua de oro en el santuario de Delfos, junto a la de generales y reyes.

Parte de los beneficios de las casas de prostitución sirvieron para construir el templo de Afrodita Pandemos (no debemos olvidar que Afrodita era protectora de las prostitutas, además de diosa del amor, la belleza y el erotismo).

Muchas cortesanas, hetairas, recibían una educación más libre y amplia que las burguesas y nobles en el campo de la música, el canto y la danza, ya que muchas veces las hetairas asistían a los banquetes a tocar el oboe, cantar y bailar.




jueves, 11 de octubre de 2007

SAFO DE LESBOS, "LA DÉCIMA MUSA"



Safo de Lesbos, poetisa griega del S.VI a.C, fue llamada "la décima musa" por Platón.
Las Musas eran, en la mitología griega, diosas inspiradoras de las artes, hijas de Zeus y Mnemosine.


De la vida de Safo de Lesbos pocos datos certeros poseemos, y de su obra solo nos ha llegado una pequeña parte fragmentada.
Su poema más famoso es la "Oda a Afrodita", diosa a la que rendía culto.

Safo inventó el verso de tres endecasílabos y un adónico final de cinco sílabas, el cual se conoce hoy en día como "oda sáfica".


También de su persona provienen los términos "safismo" y "lesbianismo", ya que se dice que la poetisa sentía atracción por las mujeres jóvenes.
De hecho, a pesar de haber estado casada, al enviudar, fundó una escuela de artes (Thíasos) para jóvenes muchachas, y según el poeta Anacreonte, sentía atracción por estas, aunque realmente su persona se vio rodeada de habladurías, rumores y noticias falsas sobre su vida, debido al contenido amoroso de sus poemas.

Aún así, no se puede negar que en sus poemas se vislumbra el amor que Safo sentía por sus discípulas y es probable que mantuviese relaciones con muchas de ellas, lo cual la ha convertido en abanderada del amor entre mujeres y símbolo del lesbianismo.


Fue muy famosa en su época, sus poemas se recitaban y se conocían en la Atenas del s. V a.C y en Roma había bustos de la poetisa, la cual ha sido probablemente la más traducida e imitada de la antigüedad clásica.

Cuenta la leyenda surgida a partir de algún fragmento de la propia poetisa en el que hace mención de Faón (un hombre bellísimo del que se enamoró la propia diosa Afrodita, según el mito) que se suicidó desde la roca de Léucade (roca desde la cual se suicidaban los enamorados) arrojándose al mar, cuando su amor por Faón no se vio correspondido. El tema fue retomado por el poeta latino Ovidio, quien lo popularizó, aunque hay quien dice que en realidad fue una mujer la causante de su suicidio amoroso.



Tras su muerte se acuñaron monedas con su imagen en Mitilene y los atenienses le erigieron una estatua de bronce.


Safo habla en sus poemas de la pasión amorosa de manera desnuda, sin ornamentos, como una fuerza irracional, que se apodera del ser humano y se manifiesta en diversas formas, como los celos, el deseo o una intangible nostalgia. Podemos afirmar sin ninguna duda la expresión de sus sentimientos amorosos es tan sincera que el lector se identifica con ella inmediatamente, lo que despierta siempre nuestra admiración teniendo en cuenta que hablamos de poesía griega arcaica.

ODA A AFRODITA

¡Tú que te sientas en trono resplandeciente,
inmortal Afrodita!
¡Hija de Zeus, sabia en las artes de amor, te suplico,
augusta diosa, no consientas que, en el dolor,
perezca mi alma!
Desciende a mis plegarias, como viniste otra vez,
dejando el palacio paterno, en tu carro de áureos atalajes.
Tus lindos gorriones te bajaron desde el cielo,
a través de los aires agitados por el precipitado batir de sus alas.
Una vez junto a mí, ¡oh diosa!, sonrientes tus labios inmortales,
preguntaste por qué te llamaba, qué pena tenía,
qué nuevo deseo agitaba mi pecho,
y a quién pretendía sujetar con los lazos de mi amor.
Safo, me dijiste, ¿quién se atreve a injuriarte?
Si te rehuye, pronto te ha de buscar;
si rehúsa tus obsequios, pronto te los ofrecerá él mismo.
Si ahora no te ama, te amará hasta cuando no lo desees.
¡Ven a mí ahora también, líbrame de mis crueles tormentos!
¡Cumple los deseos de mi corazón, no me rehuses tu
ayuda todopoderosa!

Lamento:
Dulce madre mía, no puedo trabajar,
el huso se me cae de entre los dedos
Afrodita ha llenado mi corazón
de amor a un bello adolescente
y yo sucumbo a ese amor.
SAFO DE LESBOS ( Grecia, 600 a.c )

martes, 25 de septiembre de 2007

LAS MUJERES ESPARTANAS

Art by Varges http://varges.deviantart.com/


Como tenía por la mayor y más preciosa función del legislador el cuidado de la educación[...] atendía como uno de los primeros objetos al matrimonio y a la procreación de los hijos [...]Ejercitó los cuerpos de las doncellas en correr, luchar, arrojar el disco y tirar con elarco, para que el arraigo de los hijos, tomando principio en unos cuerpos robustos, brotase con más fuerza; y llevando ellas los partos con vigor, estuviesen dispuestas para aguantar alegre y fácilmente los dolores. Eliminando, por otra parte, el regalo, el estarse a la sombra y toda delicadeza femenil, acostumbró a las doncellas a presentarse desnudas igualmente que los mancebos en sus reuniones, y a bailar así y cantar en ciertos sacrificios en presencia y a la vista de éstos. En ocasiones, usando ellas también de chanzas, los reprendían útilmente si en algo habían errado; y a las veces también, dirigiendo con cantares al efecto dispuestos alabanzas a los que las merecían, engendraban en los jóvenes una ambición y emulación laudables: porque el que había sido celebrado de valiente, viéndose señalado entre las doncellas, se engreía con los elogios; y las reprensiones, envueltas en el juego y la chanza, no eran de menos fuerza que los más estudiados documentos, mayormente porque a estos actos concurrían con los demás padres de familia los reyes y los ancianos. Y en esta desnudez de las doncellas nada había de deshonesto, porque la acompañaba el pudor y estaba lejos toda lascivia, y lo que producía era una costumbre sin inconveniente, y el deseo de tener buen cuerpo; tomando con lo femenil cierto gusto de un orgullo ingenuo, viendo que se las admitía a la parte en la virtud y en el deseo de gloria: así, a ellas era a quienes estaba bien el hablar y pensar como de Gorgo, mujer de Leónidas, se refiere, porque diciéndole, a lo que parece, una forastera: “¿Cómo vosotras solas las Espartanas domináis a los hombres?” “También nosotras solas- le respondió- parimos hombres”.
Plutarco, Vida de Licurgo, 14.

Es legendaria la dureza de la educación espartana, tanto para los hombres como para las mujeres, Aprovechando que en otro de mis blogs he escrito un artículo en el que he recopilado información acerca de la ciudad y la sociedad de Esparta, me parece necesario plasmar aquí lo concerniente a las mujeres espartanas, que pese a no poseer una igualdad total, diferían en gran medida de la situación del resto de mujeres griegas. Eran, dejando de lado el si la educación y las leyes espartanas nos parecen más o menos éticas, un gran ejemplo de mujeres fuertes, tanto física como anímicamente.


De hecho, los propios espartanos tenían a sus mujeres en muy alta estima. Las niñas espartanas, al igual que los varones, recibían una dura educación gestionada por el Estado, basada en la lucha, la gimnasia y el atletismo.
La finalidad principal de esta educación era criar mujeres resistentes, fuertes y que pudieran traer al mundo hijos sanos.
Las mujeres espartanas solían llevar el peplo arcaico (sin coser por el costado), razón por la cual los atenienses las llamaban "fainomérides" ("las que enseñan los muslos").
Aun así, eran consideradas las mujeres más bellas de toda Grecia.
De hecho, en muchos rituales y festividades y en las competiciones de atletismo y lucha iban completamente desnudas, como sus compatriotas masculinos.
Las mujeres espartanas eran tan guerreras como sus hombres, si bien eran los hombres quienes iban al frente primero.

Como contrapartida a su dura educación, las mujeres espartanas gozaron de una notable libertad de movimientos, a diferencia de las demás mujeres griegas, recluidas casi de por vida en el gineceo. Podían también heredar de sus padres, lo que les proporcionaba gran independencia de los hombres y solían ser ellas las que administraban la economía familiar.

Por otro lado, la vida familiar apenas existía en Esparta, ya que los hombres pasaban la mayor parte del tiempo guerreando, y los hijos eran arrancados de los brazos maternos a los siete años; así que las espartanas dedicaban gran parte de su tiempo a la administración, el cuidado de sus cuerpos y las competiciones atléticas.
También hay que decir que, aunque no poseían los mismos derechos que los hombres (teniendo en cuenta la época) tampoco seguían una vida tan reglamentada como estos.