martes, 30 de octubre de 2007

EL CONSEJO DE LAS TRECE ABUELAS INDÍGENAS

O. Otxoa / Ramya Ramanathan - 13/05/2006


Hubo un tiempo, no hace tantos años, en que los ancianos eran respetados y admirados por su experiencia. A ellos se acudía a pedir consejo; ellos tenían casi la última palabra dentro de las familias. Pero hoy en la mayoría de las sociedades occidentales la estructura familiar ha cambiado: se ha reducido drásticamente y es cada vez más rara la convivencia de tres (o más) generaciones en un mismo espacio. El rol de los abuelos se limita, en muchos casos, a cuidar a los nietos que sus propios hijos no pueden atender por las jornadas extensivas de trabajo. Nuestra sociedad rinde culto a la juventud (aparente o real) y a la novedad, en detrimento de la senectud y la sabiduría atesorada. ¿Quién nos orienta, entonces? ¿Cómo encontrar esta voz de la experiencia?

La respuesta llega de los que siguen viviendo en contacto estrecho con la Naturaleza: los grupos indígenas. Entre los indios americanos, las tribus africanas y de la Amazonia, los pueblos del Ártico o las comunidades espirituales del Tíbet, los ancianos son ejemplo, apoyo y mando. De entre estos ancianos, además, han sido las mujeres las que se han puesto en marcha para lo que consideran una tarea de vital importancia: aportar su experiencia para sanar un mundo que ven doblegado por el hambre, las enfermedades, las guerras, la falta de diálogo y la muerte lenta de la Naturaleza. Las Grandmothers (o Abuelas, en inglés) son un consejo de trece mujeres indígenas de todo el mundo reunidas para una múltiple vindicación: por el valor de los ancianos, por el respeto a la mujer, por la preservación de sus culturas y por la salvación de la Tierra y de todos los seres que la habitan. Cuentan para ello con medios casi exclusivamente espirituales: las Abuelas poseen la sabiduría que puede curarnos, basada en su contacto directo con la Naturaleza y en las enseñanzas transmitidas de generación en generación. Enseñan a hacerle frente al desconcierto actual y la enfermedad con la fe, la tradición y la medicina natural. Desde siempre, lo han hecho en sus zonas de origen; desde hace apenas un año, trabajan para todo el planeta en el Consejo Internacional de las Trece Abuelas.

El comienzo de la marcha

Fue Bernadette Rebienot, una bwiti con 23 nietos, la que un día visualizó el nacimiento del Consejo de Abuelas. En su Gabón natal, las reuniones de las ancianas en la selva para orar por la paz y el bienestar del mundo son habituales. Esta visión se materializó cuando Bernadette coincidió con Jyoti, una psicóloga clínica y guía espiritual estadounidense que viajó a África para estudiar con ella. Al comprobar que ambas coincidían en su visión, Jyoti movilizó a su organización, el Center For Sacred Studies (CSS), para hacer realidad el Consejo. Jyoti, Lynn Schauwecker, Ann Rosenkranz y Carole Hart, todas del CSS, organizaron tanto la reunión de las Abuelas como el Global Women’s Gathering (Encuentro Planetario de Mujeres), celebrado en octubre de 2004 en Fenicia, Nueva York, en el que las abuelas indígenas y otro nutrido grupo de abuelas occidentales debatieron los retos del sistema social actual.

Sus conclusiones sobre cómo curar al mundo de la opresión, cómo mantener el equilibrio de la Madre Tierra y preservar las culturas mediante el retorno a la sostenibilidad, el respeto a los mayores y a la sabiduría tradicional, las empujó a crear el Consejo Internacional de las Trece Abuelas Indígenas, auspiciado por el Center For Sacred Studies, para expandir su sabiduría con fe y esperanza: «Representamos una alianza global de plegaria, educación y formación para nuestra Madre Tierra, todos sus habitantes, todos los niños y para las generaciones venideras». De hecho, su intención de recuperar esta voz de la experiencia femenina es una labor a largo plazo que, esperan, hará perdurar su saber protector a los descendientes de los próximos siglos. Lo importante es dar a conocer sus intenciones tanto a la clase política como a todos los ciudadanos del mundo. Unas intenciones que se definen en la Declaración de las Abuelas, elaborada durante del Encuentro planetario de mujeres: «Somos trece abuelas indígenas unidas por una visión común. Venimos aquí desde la selva amazónica, del círculo polar ártico norteamericano, de los grandes bosques del noroeste de Estados Unidos, de las montañas de América Central, de las Black Hills de Dakota del Sur, de las montañas de Oaxaca, del Tíbet y de las selvas tropicales de África Occidental. Creemos que nuestras ancestrales formas de rezar, de reconciliación y sanación son necesarias hoy. Nos reunimos para educar a nuestros hijos; conservar las práctica de nuestras ceremonias y afirmar el derecho para usar nuestras plantas medicinales libres de restricciones legales; proteger las tierras donde nuestros pueblos viven y de las que dependen; para salvaguardar la herencia colectiva de la medicina tradicional y defender la Tierra en sí misma. Creemos que las enseñanzas de nuestros antepasados iluminarán nuestro camino por un futuro incierto».
Desde la primera reunión, el mensaje de las Abuelas se ha podido escuchar en varios actos, como el segundo encuentro del Consejo en Pojoaque Pueblo (Nuevo México, EEUU) y los intercambios culturales y rituales en California y la Amazonia brasileña, en primavera y verano de 2005, respectivamente. El tercer encuentro del Consejo se celebrará en Oaxaca, México, esta primavera. A continuación, resumimos este saber sanador en las palabras de tres de las Abuelas: Bernadette Rebienot, Flordemayo y Agnes Baker-Pilgrim.

Secretos de la naturaleza

Bernardette nació en Libreville, donde ha tenido 10 hijos y ha trabajado como profesora y coordinadora de escuela. Además, es sanadora, maestra del rito Iboga Bwiti y de la Women’s Initiations. Desde las selvas tropicales de Gabón, cuenta: «Nuestro planeta está enfermo por los interminables estragos causadospor la gente, la contaminación, la deforestación, los abusos de poder, los celos y el odio. La Tierra sufre de horribles guerras que transforman a la gente en monstruos. Además, están las pandemias: el sida, la malaria, el cáncer y otras plagas. Estas importantes enfermedades se agravan con el hambre, una pobreza que va en aumento: por la muerte de ideas y culturas y por el desprecio y el rechazo del prójimo, que señala el retorno de todas las formas de discriminación. Hemos perdido nuestro camino. La naturaleza nos lleva hablando desde hace ya algunos años y manifiesta su rabia con terribles y precisas catástrofes, usando el aire y el agua, mortíferos fuegos y olas de calor.

»He estado al servicio de las personas desde joven como doctora tradicional y sanadora, pero donde encuentro vida es en la selva. Es aquí donde todavía sé como convertirme en un todo con un paisaje lleno de miles de misterios. La selva no absorbe mi ser. Todo lo contrario, me permite capturar los secretos de lo invisible, de los que somos depositarios. Creo que pronto estos secretos se convertirán en valiosas brújulas para la Humanidad. Escuchando los secretos de la selva, he elaborado remedios. He aprendido sobre la fragilidad y la infinita pequeñez de la Humanidad, la vanidad de nuestros excesos y la efímera naturaleza de nuestra existencia. Me han enseñado la fuerza de la paz y de las familias unidas. La Humanidad debe reconciliarse con la naturaleza. Los pueblos del futuro no serán aquellos que creían únicamente en la lógica, en el reino de los números y en el capital, sino aquellos que hayan entendido que la red de la sociedad del mañana reside en el respeto y la consideración por el prójimo. Así el diálogo reemplazará a la guerra».

Unión de plegarias

Agnes Baker-Pilgrim es la mujer viva más vieja de los indios del río Rogue, los takelma bamd de los grandes bosques al sur de Oregón, EEUU. Su tribu la considera una leyenda viva, la embajadora de la MadreTierra. «En mi pueblo se ha pasado una historia que cuenta que la única obligación que nos dejaron los antepasados fue rezar, por lo que me convertí en una oradora. Viajo a países diferentes siendo una voz para los que no la tienen. Todas las cosas creadas necesitan una voz. Se me pide que rece por los tigres de Bengala, por los animales de África, por los lobos, por el salmón y por el río Ganges de la India. Fui a Australia para rezar por el río Murray-Darling y su contaminación y también lo hice por los cóndores y ahora están regresando a Oregón, después de haberse ido hace unos 200 años. Mi tribu me envía a regiones que necesitan oraciones y bendiciones. Se me envía a bautizar un barco, a derrumbar edificios, a prestar testimonio en lugares protegidos y a luchar por la vida de plantas únicas. Me han llamado para dirigir plegarias y parar talas completas o para ser grupo de presión en Washington y de este modo salvar nuestro lugar sagrado, Siskiyou, aquí en Oregón, que tiene flora que no crece en ningún otro lugar de la Tierra. Hasta el momento, lo hemos conseguido y continuaremos luchando. Como miembro titular de mi tribu, las Tribus Confederadas de los Indios Siletz, he luchado por mejoras en cultura y tradiciones. He estado a las puertas de la muerte. Sobreviví a un cáncer en 1982. Le pedí a mi Creador que me salvara porque me quedaba mucho por hacer. El Creador ha respondido a muchas de mis plegarias y yo reparto bendiciones porque se me ha permitido ser una mediadora.

»Ya es hora de que unamos nuestras oraciones a las de todos los pueblos de la Tierra. Juntos podemos acabar con los abusos a mujeres y niños, el hambre, la falta de protección de nuestras plantas medicinales y el consumo de drogas. Podemos estar unidos sin que importe cuáles sean nuestras creencias religiosas o espirituales. Podemos estar unidos y luchar por salvar nuestra Madre Tierra y rescatar nuestra propia existencia. Estamos todos juntos en esta ‘canoa agujereada’ por lo que debemos ser fuertes y seguir hasta que nuestros corazones toquen tierra».

Ser honrados

Más al sur, entre la frontera de Nicaragua y Honduras, la indígena maya Flordemayo aprendió de su padre, chamán, y de su madre, sanadora, las costumbres y los métodos de curación de su pueblo. La honradez y la libertad de espíritu son los pilares de su mensaje: «Nunca me he preguntado qué he venido a hacer a este mundo. Siempre había entendido mi objetivo a través de mi diálogo personal con el espíritu de mis antepasados, mediante visiones y sueños. Crecí aprendiendo a interpretar sueños. Era obligatorio en mi familia. La Asamblea de las Abuelas estaba ya escrita en piedra para mí: era mi destino. Había oído hablar de ella en las profecías del pueblo maya y también me fue otorgada una visión directa de que la Asamblea se iba a reunir. Elegí aceptar un puesto en la Asamblea porque sentí que somos muchos en el mundo los que hemos perdido el contacto con lo básico. Las mujeres llevan más toxinas en sus cuerpos ahora que nunca. Es esperanzador volver a enseñar a la gente a cultivar y sobrevivir. Estamos reaprendiendo a cuidar la Madre Tierra. Con esto, permitimos que el espíritu de las plantas y las aguas sagradas nos sanen.

»Creo que la tierra y los elementos tienen la capacidad de autocurarse. Quizás no ocurra durante nuestra vida, pero todo lleva su tiempo. Vivimos bajo una ley sagrada: la vida es un círculo. Nada está oculto, y siempre hay una razón para que las cosas ocurran.

»Creo que la sanación del mundo es posible. Pero como para todo, se va a necesitar un buen grupo de gente que lo crea para hacerlo una realidad.

»El mejor modo de continuar curándonos a nosotros mismos es honrar a nuestros espíritus libres. Honrándolos, nos volvemos indulgentes y, con ello, comprensivos y cuando somos comprensivos, nos volvemos honrados y entonces podemos continuar con nuestras vidas. Tenemos que encontrar también nuestro propio camino individual. Nos costará todauna vida conseguirlo, pero es necesario».


La profecía del Tambor

El Tambor de la Abuela es uno de los instrumentos del Consejo. Fue construido en el año 2000 a partir de una visión de las indígenas de Alaska para convertirlo en el símbolo de su misión.

Tiene 200 cristales en su base en forma de tetera de unos dos metros de diámetro, y viaja por todo el mundo como un símbolo de unión universal.

Dicen que su sonido mueve almas y corazones. Su centro de piel de búfalo emite un estruendo clave para curar el mundo en la próxima década.

Las Abuelas recorren con él el Anillo de Fuego geológico de nuestro planeta, un fuego que si se activa, según la profecía de las Abuelas, renovará la voluntad global de reconciliación y de paz.

Texto de: La Revista Integral







2 comentarios:

Carlos González dijo...

Cordiales saludos: Mi nombre es Carlos González. He sido profesor de matemáticas y física en la enseñanza secundaria durante 24 cursos. Finalmente, al verme limitado en mi deseo de practicar una enseñanza basada en los nuevos paradigmas, decidí dejar el camino de la enseñanza oficial e iniciar uno nuevo, alternativo al sistema imperante.
Durante años, he podido comprobar como mis alumnos adolescentes enterraban sus sueños hasta hacerlos invisibles. Su entorno les enseñaba que la “seguridad” era lo primero: estábamos creando víctimas. La rabia que sentía ante tal panorama la he trasmutado en creatividad, escribiendo un libro que narra cómo empoderar a los adolescentes:
“Un maestro decide crear un ambiente mágico en su clase para empoderar a sus alumnos. Les ayuda a descubrir los enormes potenciales que habitan en su interior. Les revela un mundo más allá de la mente programada y de las creencias. Para llevar a cabo su proyecto el profesor emplea curiosos trucos...
Los alumnos van resolviendo los enigmas, que el maestro propone de una forma singular. La clase es una creación de todos. El aprender se transforma en una aventura.
Poco a poco, cada alumno se convierte en su propio maestro, en una fuente de conocimiento para él y sus compañeros. La vida se torna mágica: pueden vivirla desde su corazón, sin que las creencias les limiten “
Su título es: “Veintitrés maestros, de corazón – un salto cuántico en la enseñanza-“. En él se plantea un modelo educativo que se basa en descubrir la fuerza interior.
Hoy puede ser ciencia ficción...tal vez una semilla, pero si la nutrimos puede generar una forma totalmente nueva de enseñar, en la que el ser humano deja de sentirse víctima, para sentirse el creador de su propia vida.
Creo que su sensibilidad va en la misma dirección que la mía. Por eso, me atrevo a enviale* mi libro en versión digital. He decidido regalarlo persona a persona o institución a institución. Necesita volar...hacia lugares en los que pueda ser bien acogido. Si lo lee le agradecería cualquier comentario. Todos los amantes de la lectura sabemos que bastan cinco minutos con un libro para saber si es de nuestro interés, sólo le pido ese tiempo. Siéntase libre de enviarlo a las personas o asociaciones a las que este libro pueda ayudar. Gracias por su presencia. Le deseo felices creaciones…
Carlos González
P.D Mi blog es: www.ladanzadelavida12.blogspot.com
* El libro se puede descargar en mi blog

Comunidad Personas dijo...

Hola!
Parece que estás conectada con el tema de las 13 abuelas. He sentido un llamado a conectar con Flor de Mayo y la abuelita Magarita. Tienes tu por casualidad una forma de ponerme en contacto con ellas?
Te lo agradeceria infinitamente. Que la luna sige contigo.
un abrazo Monika
monikamacro@gmail.com